Museo Julio
Romero de Torres
Plaza
del Potro (Córdoba)
El edificio que alberga el Museo Julio Romero de Torres forma parte del
que fue el antiguo Hospital de la Caridad patrocinado por los Reyes Católicos a
finales del siglo XV y atendido por la orden franciscana.
A partir de 1837, pasó a pertenecer a la Diputación Provincial de Córdoba
y diversas instituciones culturales ocuparon su espacio; sede de la Real
Academia, Comisión de Monumentos. Biblioteca y dependencias del Museo y Escuela
Provincial de Bellas Artes.
A la muerte de Julio Romero de Torres, ocurrida el 10 de mayo de 1930, su viuda e hijos donaron al pueblo de Córdoba (como depositario a su Ayuntamiento), los lienzos del artista que habían participado en la Exposición Iberoamericana de Sevilla de 1929, para crear un Museo en su memoria. Sus fondos se nutrieron con donaciones y depósitos de particulares y con las obras y mobiliario del pintor en Madrid.
Tras una importante reforma de adaptación del edificio, este Museo se
inauguró el 23 noviembre de 1931 por el entonces Presidente de la II República
Española D. Niceto Alcalá Zamora.
Cartel 1912 Cartel 1913
Julio Romero participó de la corriente francesa del cartel como medio de
comunicación publicitaria y realiza una serie de obras en las que se integra en
la nueva tendencia.
En Córdoba pinta el de la Feria de
Ganados de 1897 y
Ferias y
Fiestas de 1902 y
los de la Feria de
Nuestra Señora de la Salud de los años de 1905, 1912, 1913 y 1916.
Las bodegas de Cruz-Conde le encargaron el anuncio de sus vinos y las populares
etiquetas de Anís «La
Cordobesa».
En Madrid, el de la corrida
patriótica de 1921 en
beneficio de las víctimas del desastre de Annual y para la Unión Española de
Explosivos de Riotinto, cuatro carteles
calendarios de los años 1924, 1925, 1929 y el publicado en 1931.
El museo conserva originales en lienzo en los que el artista ha sabido
conjugar las influencias modernistas con los aires de su tierra, vitrinas
conteniendo publicaciones, manuscritos y billetes dedicados al pintor, completan
esta Sala vestíbulo del Museo.
¡Mira que bonita era! Horas de angustia
El escenario vital que rodeó al pintor está presente en esta sala
dedicada a su recuerdo. Reproducciones fotográficas de sus padres y hermanos, de
la casa familiar de Córdoba, del estudio del pintor en Madrid y de los éxitos
obtenidos en 1922 en Argentina en la Galería Witcomb de Buenos
Aires.
Mobiliario que le acompañó toda su vida; bargueños, cerámica, utensilios
de cobre que fueron motivos frecuentes en sus lienzos. Su guitarra, capa y
sombrero se pueden admirar en vitrinas, la reproducción de su mano, paleta y
pinceles y la emisión de sellos en homenaje a su figura, nos introducen en el
mundo de este creador.
Obras de sus comienzos representativas de los contenidos sociales que
marcaron sus primeros pasos en la pintura; ¡Mira qué
bonita era!,
premiada con la Mención Honorífica en la Exposición Nacional de 1895 y
Horas de
Angustia, un
dibujo de grandes dimensiones y la última obra inacabada que dejó el artista en
el caballete, un retrato de María Teresa
López con
hábito de monja, nos ambientan en su escenario vivencial.
La sala se completa con las caricaturas de
Luis Bagaria y Alejandro Sawa, y
los retratos póstumos que le hicieron sus grandes amigos, el escultor Alfonso
del Rosal y el pintor Anselmo Miguel Nieto. Preside la sala la escultura de su
padre, Rafael Romero Barros y la cabeza que Amadeo Ruiz Olmos realizó en su
homenaje.
La Chiquita
piconera
Naranjas y limones
Esta Sala está dedicada a la mujer, reúne gran parte de los lienzos más
emblemáticos de su trayectoria realizados en los últimos años de su vida;
La Chiquita
Piconera,
testamento
pictórico del pintor, Viva el
pelo,
La
copla.
En el
conjunto predomina el desnudo femenino, protagonista de una serie de obras en
las que el pintor despliega su imaginación para desarrollar argumentos basados
en el principal soporte escénico de su producción: la mujer. En
La Ribera, La
nieta de la Trini, Ofrenda al arte torero, Naranjas y Limones y
Contrariedad.
Los retratos de la actriz Marichu Begoña, representada como
Diana
cazadora con
el galgo Pacheco, inseparable del pintor, y de la artista sevillana Conchita
Triana; los estudios de expresión que le hizo a su última modelo en Córdoba,
María Teresa López, en Bendición, La
niña de la Jarra, Carmen, Ángeles y
Mujer de
Córdoba,
unido al
busto en bronce que sobre Julio Romero realizara en 1931 el escultor Mariano
Benlliure completan la sala.
Mari
Luz
Marta
Romero de Torres fue esencialmente retratista; llevo a sus lienzos a
personajes del mundo de la política, de la literatura, de la sociedad,
realizando más de quinientas representaciones. Los ministros cordobeses, de
Justicia y de la Guerra, Antonio
Barroso y Castillo y
Diego
Muñoz-Cobos y Serrano, la
diputada socialista Margarita
Nelken, el
escritor de Iznájar, Cristóbal de
Castro y
el poeta sevillano Joaquín
Alcaide Zafra
están presentes en el museo.
Innumerables fueron los encargos que recibió de damas de la alta
sociedad; Concepción
Ruiz Frías,
esposa del ministro Natalio Rivas Santiago, María
Aguilar o
la Condesa de
Colomera,
vestida de reina de los Juegos Florales de 1930, retrato inacabado de
Magdalena
Muñoz-Cobos.
Elena Pardo, una de las modelos preferidas, es protagonista de dos
estudios, Mari
Luz y
Marta, que
forman parte del grupo que el pintor denominó Chiquitas
buenas
La obra mística de Julio Romero, simbiosis de religiosidad y paganismo,
está reunida en esta sala en una serie de lienzos influidos por los pintores
barrocos del siglo XVII, Antonio del Castillo y Valdés
Leal.
Su particular interpretación de los pasajes evangélicos y bíblicos
adquiere una profana sensualidad que da origen a sus personales interpretaciones
de La Magdalena,
Salomé o
El Arcángel
San Rafael.
La Virgen de
los Faroles fue
un encargo del Ayuntamiento y durante años estuvo situada en un altar en el muro
norte de la Mezquita-Catedral hasta que se trasladó al Museo por seguridad.
Muerte de
Santa Inés, lienzo
adaptado a un frontal del altar con escenas en miniatura sobre la vida y el
martirio de la Santa, de la que nunca quiso desprenderse al ser el cuadro
predilecto de su madre.
Cabeza de
Santa, Samaritana y
Amor
Místico son
exponentes de esta temática tan ajena a la producción del
pintor.
La sala acoge una de las obras cumbres, El poema de.
Córdoba,
políptico
formado por siete lienzos en los que rinde homenaje a las sucesivas culturas de
nuestra ciudad y que centra San Rafael, significando así su admiración por el
Custodio de Córdoba.
Contiene las grandes composiciones: Nuestra Señora
de Andalucía;
personificación del baile, del cante y del flamenco divinizados en la mujer
andaluza. El Pecado y La
Gracia,
considerados como dos de los mejores desnudos de la pintura del siglo
XX.
La gran afición que tenía el pintor por el flamenco lo impulsa a llevar a
sus cuadros temas de este género: Alegrías,
escena alegórica de baile captada de forma majestuosa y Cante
Jondo,
representación del cúmulo de símbolos que encierra, donde el amor, la pasión y
la muerte se hacen realidad plástica.
En Nocturno se
refleja con maestría la cruda realidad de la marginalidad. Los sublimes retratos
de Ysolina
Gallego,
mujer del pintor vasco Zubiaurre y de Socorro Miranda como Flor de
Santidad. El
enigma que encierra Ángeles y
Fuensanta y
La Sibila de
la Alpujarra es
parte de las múltiples temáticas que ofrece la pintura de Julio Romero de
Torres.
(Vélez, Nerja, Torrox, Frigiliana, Cómpeta, Comares ...)
VISITAS
GENERADAS DESDE EL 09-01-2006
Diseño Web: EGONJI Córdoba